domingo, 22 de febrero de 2009

Ver y estar ciego



El libro Ensayo sobre la ceguera de José Saramago intenta hacerle ver a sus lectores lo que pasaría en un mundo donde las personas pierden el sentido del tiempo, la compañía humana y las rutinas de la vida, se vuelven como animales, ajenos a todo lo que los rodea porque no saben cómo utilizarlo y nos hace reflexionar acerca de que las personas se encuentran realmente solas dentro de un mundo que ni ellas mismas entienden.
Cuando el ser humano se siente en poder de ser él mismo puede controlar todos los aspectos de su vida sin siquiera detenerse a pensar por qué los hace o por qué actúa de determinada manera. Desde pequeños aprendemos todo lo que se supone deberíamos saber para vivir de una forma práctica y útil, pero son pocos los que viven más allá de la rutina, son pocos los que tienen razones para moverse en el mundo en el que viven, razones humanas así como lo son la compasión, el amor, la caridad, las ganas de superarnos a nosotros mismos, la ética, etc. También son pocos los que tienen una correcta apreciación de la compañía de las personas, no las ven como algo importante o puede ser que las consideren esenciales en su vida, pero a ciegas pues no saben realmente lo necesarias que podrían llegar a ser.
Lo que el autor del libro quiere darnos es la oportunidad de entender que dentro de este mundo organizado de una forma a veces buena y a veces no tanto, no hay nada seguro, no hay nada que podamos tomar como nuestro y basarnos en ello para tomar decisiones o para ser quienes creemos ser porque puede llegar el momento en que nos encontremos sólo con lo que está encima y dentro de nosotros, nuestro corazón, nuestra piel, nuestro cuerpo, etc. Cuando ni siquiera la salud de éstos nos pertenece. También nos da la oportunidad de reflexionar sobre lo que es ser realmente “humano” lo que entendemos por características que forman parte de todos nosotros y que nos dan algo más que sólo brazos, piernas, ojos, nos da la capacidad de actuar de manera superior a cualquier otro ser en el mundo y sobre todo percibir emociones ajenas a los instintos animales como son la honestidad, la caridad, la necesidad de querer ayudar a quien está a un lado nuestro.
Pero por el contrario, se le dice “inhumano” a un comportamiento que atente violentamente contra alguien (física, mental o sentimentalmente), tal vez pensando en que la naturaleza del humano es mantener a la especie, por lo que hay que protegerse unos a otros. En este caso, casi todo ser humano es prácticamente inhumano, pues cuando se trata de sobrevivir no pensamos en perpetuar la especie o en ayudar a la humanidad, pensamos en sobrevivir nosotros mismos, tomamos una actitud egoísta, aunque fácilmente justificable; un ser humano en peligro piensa en salvarse, sobre todo tomando en cuenta el inesperable temor a la muerte que más bien se basa en un temor a lo desconocido, un temor a no saber a qué nos enfrentamos; ese temor, más bien, es lo que caracteriza la naturaleza del ser humano que lo obliga a seguir en este mundo a veces sin pensar en una buena razón para hacerlo, simplemente por miedo.
Saramago trata de mostrarnos en este libro la triste realidad de la sociedad actual, todos estamos ciegos porque no nos queremos dar cuenta de lo que pasa a nuestro alrededor; pretende hacernos lanzar una mirada crítica hacia nuestro mundo, que miremos un poco lo que somos y en lo que nos hemos convertido tratando de huir de nosotros mismos y de nuestra naturaleza, tratando de no ver la crueldad que en el mundo existe, la miseria en la que viven las personas, no sólo miseria material, sino espiritual.
Saramago nos enseña qué pasaría si nos encontráramos lejos de todo lo que conocemos, donde nuestros nombres no valen nada porque lo que nos identifica es nuestra voz, nuestro olor, nuestra manera de actuar, donde todo lo que pensábamos ser es algo que realmente no existe, pues es la vida la que nos pone en determinadas circunstancias que nos llevan a ser lo que somos, pero si ésta nos pusiera en otro contexto nuestra identidad sería algo relativo y voluble por lo que es fácil perder la noción de nosotros mismos. También nos enseña que no podemos escapar de lo que somos, que debemos dejar que las cosas se den como se tengan que dar y pasen como tengan que pasar, pues si huimos estaremos siempre parados en el mismo lugar sin dar un paso a lo que es esta vida. Todo tiene un cómo, un por qué y un para qué y la ley física de acción y reacción sirve para todo en la vida, todo acto tiene una consecuencia.
La mujer del médico no es sólo la excepción a una sola regla, la de tener que quedarse ciego por estar cerca de algún otro ciego, es también la excepción a muchas otras cosas que se relacionan con la primera, es la única que supo como sobrellevar una situación tan difícil, que actuó con humildad, con honestidad, con amor, quien no perdió la cabeza a pesar de ser quien, viéndolo todo, tenía todas las razones para hacerlo, es quien no huyó desde un principio del mal que acechaba porque la preocupación por su esposo fue mucho más grande que la de quedarse ciega, así como después la necesidad de ayudar a toda esa gente.
Todos en el libro, y casi todos en la vida nos cegamos ante una serie de realidades crueles, difíciles, extrañas, de las cuales nos creemos ajenas pero no lo somos, ya que somos nosotros los que deberíamos intervenir y poder hacer de aquello que nos rodea algo mejor, y no sólo las personas que creemos deberían intervenir por no creernos capaces de hacerlo por nosotros mismos.
“Creo que no nos quedamos ciegos, creo que estamos ciegos, Ciegos que ven, Ciegos que, viendo, no ven.” (Saramago, 420)

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