jueves, 2 de abril de 2009

Una raya roja en el camino



Muchas veces las cosas son infinitamente más sencillas de lo que parecen, vivimos encerrados en un mundo lleno de emociones que a veces distorsionan nuestra realidad y nos es muy difícil controlarlas si no somos lo suficientemente fuertes y nos enfocamos únicamente en aquella meta que nos hemos propuesto seguir, si no vemos sólo hacia aquello que nos interesa y que nos mueve.

Cuando decidimos pasar el resto de nuestra vida con alguien tenemos en mente una imagen de dos ancianos, muy parecidos a nosotros, tomados de la mano, con brillo en los ojos y una sonrisa en el rostro, aunque el día anterior a la boda hayamos tenido miedo a caer en el precipicio de nuestra existencia por una decisión probablemente equivocada.

No nos queremos dar cuenta de todas las complicaciones inesperadas, inexplicables y dolorosas que se nos podrían llegar a presentar por estar volando más alto de lo que deberíamos permitirnos, y al no tomarlas en cuenta nos encontramos frente a frente con un peligro que nos desvía del camino sin las armas suficientes para enfrentarlo, porque nunca pensamos en conseguirlas. Peligros como hijos con problemas, vecinos intrometidos, terceras personas, diferencias, caracteres distintos, puntos de vista opuestos, peleas y separaciones.

El libro El curioso incidente del perro a media noche de Mark Haddon nos presta un punto de vista que habla de que, a veces, es necesario ver la realidad de una forma fría, exacta y poco voluble. Sin mentiras, ambigüedades y presentimientos, sin que algo que no consigamos entender nos manipule de tal forma que nos haga perder el sentido de la realidad, que nos haga perder nuestro camino. Nos enseña una cara de la vida donde un mundo, como el que Christopher ve en sus sueños, resulta ser mucho más seguro y nos lleva a nuestro destino sin mirar a otro lado, sea este una profesión, un amor platónico, un proyecto de vida, etc. Nos lleva a preguntarnos el porqué de nuestras acciones y sentimientos ya que la mayor parte de éstos son como objetos dentro del mar, dentro de un lugar que nos abre un panorama enorme de posibilidades que no conseguimos manipular por el enredo de ideas que tenemos dentro de nuestros pensamientos.

Resulta mucho más fácil entender una frase que diga, "Cuando me haya licenciado en Matemáticas o Física conseguiré un trabajo y ganaré montones de dinero y podré pagar a alguien para que cuide de mí y me haga la comida y me lave la ropa, o encontraré a una señora que se case conmigo y sea mi esposa y ella podrá cuidar de mí..." (Haddon, 55), que algo como, "Quiero ser feliz"...

Ver el mundo desde los ojos de un niño con "necesidades especiales" como Christopher nos hace comprender un poco más todas estas situaciones que a veces no nos dejan sonreír incluso cuando pensábamos que lo íbamos a hacer en ese momento de nuestra vida, o cuando teníamos planeado algo totalmente distinto a lo que estamos viviendo.

Es difícil entendernos a nosotros mismos, pero es fácil entender al mundo que te rodea con la idea de que todo tiene un cómo y un porqué, un orden exacto de los fenómenos físicos, psicológicos y naturales.

No sabemos qué tanto es bueno ilusionarnos, pues tal vez lo que estemos sintiendo en un momento no sea lo más que podemos llegar a sentir por alguien o por algo, o tal vez quien está a tu lado no es la persona con la que más lejos podrás llegar, pero nunca lo sabemos con exactitud, por eso tenemos cambios, por eso nos confundimos y tomamos decisiones equívocas como irnos a vivir lejos de alguien que tal vez nos necesite, como le hizo Madre, o no saber controlar nuestras emociones y llegar a lastimar gente que queremos, como lo hizo Padre. Son muchas cosas que tomar en cuenta para llevar una vida relativamente feliz, o por lo menos en su mayoría, demasiados pensamientos con un mismo fin y demasiados caminos alternos que podemos recorrer.

En el libro es muy sencillo lograr distinguir ejemplos de lo que afecta nuestra vida y a todos los que la rodean, gente que queremos, que nos son importantes en algún otro sentido o cualquier persona incidental que se nos cruzó por el camino.

La vida da un montón de vueltas que jamás esperamos y a veces no para de girar durante mucho tiempo, nos sentimos mareados, extraños a nuestra propia naturaleza y sin saber hacia dónde dirigirnos, pero tal vez, si nos enfocáramos en un camino, si pintamos una línea roja en la vida hasta llegar a ser licenciados, médicos, esposas o maridos, los problemas que nos encontráramos en él no serían tan difíciles de resolver porque tendríamos en mente lo que en verdad nos inspira a dar cada paso hacia delante, nuestros sueños.

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